Los problemas de fondo que se deben resolver para evitar una nueva devastación en la Amazonía.

Oct 2, 2019 | Noticias, Programa Cambio climático y bosques

Escribe: Rocío Vásquez Jara

Derecho, Ambiente y Recursos Naturales

  • Puntos a tomar en cuenta para la implementación del Pacto de Leticia

La cuenca amazónica abarca 7,4 millones de km2, el 90% está cubierto por bosques, que se extienden por los países de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela. La cuenca del río Amazonas es la más grande del mundo, con el mayor caudal a nivel mundial, en promedio 225 000 m3 de agua por segundo. Es también un sistema altamente complejo donde sus múltiples componentes dependen de la integridad del conjunto (WWF, 2016[1]), albergando un tercio de los bosques primarios del mundo, produce el 20% del agua dulce de la Tierra y es el hábitat de al menos el 10% de la biodiversidad conocida del planeta (WWF, 2016). Además de ser el territorio de numerosos pueblos indígenas y comunidades tradicionales, con un acervo cultural incalculable, cuyas formas de vida, con una estrecha relación con la naturaleza, le permiten aprovechar sus recursos sin poner en riesgo la existencia de la Amazonía. Algo que nuestros Gobiernos no han podido garantizar hasta el momento.

Además, los bosques amazónicos brindan numerosos bienes y servicios ecosistémicos de los que se benefician no sólo las poblaciones locales, sino todo el planeta. Gracias a su interacción con la Cordillera de los Andes y el Océano Atlántico, cumplen un rol clave en ciclo del agua y la regulación de la temperatura, manteniéndola en ciertos rangos.

Así mismo, los bosques regulan las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo así a mitigar el calentamiento global, absorbiendo el CO2 de la atmósfera y liberando oxígeno, mediante el proceso de la fotosíntesis. Además, actúa como un sumidero de carbono, almacenando entre 90 y 140 mil millones de toneladas del carbono (WWF 2016).

Amazonía e incendios forestales

En la Amazonía, el fuego es un elemento ampliamente difundido en el paisaje rural (Nepstad et al 2019), como parte de las prácticas agrícolas, es usado para limpiar áreas recientemente deforestadas, preparando la tierra para desarrollar actividades agropecuarias. Sin embargo, lo que hace este tipo de prácticas es acelerar los procesos de degradación y pérdida de suelos, ya que, por el tipo de suelos de los bosques amazónicos, que se caracterizan por contar con una capa arable poco profunda, las quemas de rastrojo y barbecho terminan reduciendo cada vez más esta capa fértil para el desarrollo de los cultivos. Revelando así otros objetivos de fondo tras estas quemas: la deforestación para el tráfico y acaparamiento de tierras, alimentadas por la especulación alrededor de estas.

Los incendios contribuyen tanto a la deforestación como a la degradación del bosque, afectando su resiliencia. La misma que ya se ve menguada por las sequías, cada vez más intensas y frecuentes a causa del cambio climático, haciéndolos así más vulnerables a otros peligros, como nuevas quemas, plagas, sequías, tormentas, entre otros (Brando et al 2019[2]).

En medio de este fuego cruzado se encuentran las áreas protegidas y los territorios de los pueblos indígenas

Los territorios que han venido conteniendo históricamente el avance de la deforestación en la Amazonía, tal como se observa en el mapa de Amazon Watch (2019), donde la gran mayoría de los focos de calor registrados en los últimos días en la cuenca Amazónica, se ubican en las zonas cercanas a las áreas protegidas y los territorios de los pueblos indígenas, reconociendo tanto su resistencia en primera línea de defensa y al mismo tiempo evidenciando su vulnerabilidad frente a estas amenazas.

Focos de calor dentro y fuera de Unidades de Conservación y Territorios Indígenas de Brasil. Fuente: Amazon Watch, 2019.

Frente a estos desastres, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), que agrupa a los 9 países de la Cuenca Amazónica, indica que los incendios forestales desatados en Brasil y Bolivia las últimas semanas están afectando a más de 100 mil indígenas.

Sólo en Brasil, se han registrado en el último año la presencia de focos de calor en 148 tierras indígenas y 118 unidades de conservación. Según la información del Instituto Socioambiental (ISA), desde finales de julio, las tierras indígenas más afectadas por los incendios fueron: Parque Indígena Araguaia (TO), TI Pimentel Barbosa (MT), TI Parabubure (MT), TI Apyterewa (PA), TI Marãiwatsédé (MT), TI Kayapó (PA), TI Areões (MT), TI Kanela (MA), TI Mundurucu (PA) y TI Pareci (MT)[3].

En el caso de las Unidades de Conservación, la situación es más grave, con más del doble de focos de calor en comparación con las Tierras Indígenas: Apa Triunfo do Xingu (APA), Florex Rio Preto-Jacundá (RO), Flona do Jamanxim (PA), Resex Jaci Paraná (RO), Pes do Mirador (MA), Apa do Tapajós (PA), Esec da Terra do Meio (PA), Flona de Altamira (PA) y Pes de Guajará-Mirim (RO), fueron las Unidades de Conservación más afectadas. Es importante resaltar que la mayor cantidad de incendios fueron registrados fuera de las Unidades de Conservación y Tierras Indígenas[4].

Frente a este escenario, la COICA ha emitido una carta abierta exigiendo la declaratoria de emergencia ambiental y humanitaria, solicitando la intervención de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos y la Relatora Especial sobre Derechos de los Pueblos Indígenas ante Naciones Unidas, a fin de tomar acciones necesarias para enfrentar esta emergencia y formular medidas preventivas para el futuro, así como la activación de un Fondo Solidario[5].

Riesgo en toda la región: elementos comunes

La catástrofe ambiental que ha volcado los ojos del mundo sobre la Amazonia las últimas semanas, está configurada por tres elementos: a) la deforestación, b) el cambio climático y c) los intereses detrás de estas quemas, estos últimos han adicionado “pólvora” a la “yesca[6]” que ya se venía acumulando. La “Yesca” común en toda la región, está compuesta por instituciones débiles, ausencia del estado, falta de ordenamiento territorial, falta de reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y otras comunidades tradicionales, esquizofrenia de los estados amazónicos que promueven, por un lado políticas que impulsan la deforestación, así como otras buscan frenarla[7][8]; y como si fuera poco, los impactos del Cambio Climático, que hacen más intensas y frecuentes las sequías en la Amazonia (Brando et al. 2019). Perfilándose así un escenario propicio para que las quemas controladas se conviertan en desastres de grandes magnitudes.

Estos elementos se evidencian en los sucesos ocurridos las últimas semanas en Brasil y Bolivia. Muchas instituciones brasileras ya habían advertido estos factores; el INPE, órgano responsable de monitorear y divulgar los datos sobre deforestación en Brasil, indicó a principios de agosto, que la deforestación en la Amazonía había aumentado en 39% respecto al mismo periodo del año pasado[9]. Así como el IPAM (Instituto de Pesquisas Ambientales de la Amazonía)[10], que alertó en su nota técnica la relación directa entre el aumento de las quemas y el crecimiento de la deforestación. Indicando que, 7 de los 10 municipios que registraron los incendios más extensos desde enero del 2019, coinciden con los municipios con mayor concentración de la deforestación en lo que va del año.

Un elemento importante a considerar en esta triada de factores, son los centenares de quemas a lo largo de carreteras existentes y en proyecto, esto último particularmente importante, porque nos llama a pensar en procesos de especulación y tráfico de tierras, impulsados por procesos de migración y cambio de uso de la tierra. Este elemento es evidente en los estados brasileros con mayor deforestación y mayor incidencia de incendios, como son:

  • Pará, a lo largo de la carretera BR 163[11] cuyos incendios dantescos no se iniciaron hace un mes, sino que se vienen registrando con mayor intensidad desde el 2017[12] cuando se pavimentó la carretera.
  • Amazonas, en la intersección de Transamazónica (BR-230) y la autopista Porto Velho-Manaus (BR 319), carretera que va de Manaus a Porto Velho y Rondonia, donde se ubica el arco de deforestación, y que conecta el centro de la Amazonía con los principales impulsores de la deforestación[13]. Por ejemplo, se ha registrado la migración de los madereros del estado a esas zonas[14].
  • Acre, en donde la ONG Comissão Pró-Índio reporta la incidencia de incendios a lo largo de las carreteras primarias y secundarias, así como también en los proyectos viales en los límites con Perú, impulsados por la especulación y el tráfico de tierras, fenómenos que podrían cruzar la frontera y replicarse en nuestro país.

Fuente: Expansión de la infraestructura planificada en la Amazonía Brasilera (Bebbington, 2009)[15].

[MapBiomas[16]: Ver la animación del avance de la deforestación a lo largo de la carretera BR163 en los últimos 33 años]

Esto es bastante importante de poner sobre la mesa y fundamental para la discusión en esta coyuntura, ya que se puede decir que todos los gobiernos amazónicos promueven la construcción de infraestructura en la Amazonia sin ponderar adecuadamente cómo estas carreteras además de conectar, funcionan como catalizadores de deforestación, degradación de bosques y fuentes de emisión de GEI; los gobiernos de Bolivia y Brasil nos han mostrado las consecuencias a las que nos dirigimos, ya que estas condiciones se repiten en todos los países amazónicos.

Incendios a lo largo de la carretera BR 163, en la región de Pará, que afectaron la Floresta Nacional do Jamanxin (Imagen del 13 de agosto capturada por el satélite Terra de Nasa[17]).

Perú: Crónica de una devastación anunciada

Los incendios devastadores que hoy por hoy son portadas de medios, son sólo la punta del iceberg del problema de fondo: la deforestación y sus impulsores. En el Perú, la causa directa de la deforestación es el avance de la frontera agrícola, pero el motor de motores detrás del cambio de uso del suelo, es la expansión de la infraestructura vial, sin ordenamiento territorial ni seguridad sobre la tierra, gatillan procesos de migración descontrolada, gestando el escenario ideal para este tipo de desastres.

Según el último Reporte Especial sobre el Cambio Climático y Tierras del IPCC (2019)[18], el Cambio de Uso del Suelo (sector USCUSS) representa el 23% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero mundiales. Y más aún, en los países tropicales, donde este sector contribuye en promedio en más del 40% de sus emisiones nacionales, además de jugar un rol principal en el cambio climático global (Aragão, 2018[19]), tal como se evidencia en un reciente reporte de Rainforest Foundation Norway (2018)[20], donde se analizan la situación de 6 países con los mayores bosques tropicales del mundo.

Asimismo, uno de los impactos de los incendios forestales es el aumento de las emisiones de GEI a consecuencia de la pérdida de bosques. En Perú, los años 2005, 2013 y 2016, años que presentaron sequías importantes, se registró la ocurrencia de quemas descontroladas que se volvieron incendios forestales de gran magnitud, lo que produjo un aumento considerable de emisiones de GEI en esos años (SEEG Perú, 2018[21]), tal y como se observa en la figura siguiente:

Relación entre la deforestación y las emisiones del sector USCUSS considerando el aporte de los incendios forestales el sector (SEEG Perú 2018)

 

El cambio climático está jugando un rol cada vez más importante en la incidencia de incendios forestales, junto con el incremento de la deforestación, reduciendo la resiliencia de los bosques, tanto en aquellos donde antes no ocurrían incendios, como en aquellos donde sí son frecuentes.

Tal es el caso de del incendio forestal ocurrido en Loreto, en el 2016, donde según el INDECI[22] se perdieron 13 mil hectáreas de bosques[23]. Así como en el 2005, fue el caso de Junín, con incendios forestales que ocasionaron la pérdida de más de 53 mil hectáreas de bosques[24]. Haciendo que ambas regiones, en sus respectivos años, encabecen el ranking de emisiones de GEI a nivel nacional, superando a Lima con sus 10 millones de habitantes y su inmenso y contaminante parque automotor.

[SEEG Perú: Ver la animación del ranking de las emisiones de GEI a nivel regional los últimos 17 años]

Estos incendios forestales que saltan a la vista en la estadística nacional, coinciden con las zonas que presentan mayor deforestación, como se puede ver en la Estrategia Nacional de Conservación de Bosques y Cambio Climático, que identifica 12 frentes de deforestación en la Amazonía, destacando la Carretera Federico Basadre, San Martín, Yurimaguas, VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) y Tambopata – Manu (a lo largo de la Carretera IIRSA Sur), la mayoría vinculados a ejes viales y fluviales (PNCB, 2015[25]). Tal como se grafica con claridad en la siguiente figura:

Correlación entre los principales ejes viales y la densidad de deforestación (Fuente: DAR, 2019[26])

¿Qué hacer?

Frente a los elementos mencionados líneas arriba, hay que recordar los compromisos climáticos que el país ha prometido cumplir en el Acuerdo de París firmado hace 4 años, como parte de una apuesta mundial para hacer frente al cambio climático. El compromiso del Perú es reducir el 30% las emisiones de GEI proyectadas al 2030, así como reducir la vulnerabilidad del país ante el cambio climático. Para ello, se han identificado un conjunto de medidas para operativizar el compromiso, en concreto: 91 medidas de adaptación al cambio climático y 62 medidas de mitigación de GEI[27].

Sin embargo, al no encontrarse una vinculación directa entre uno de los principales impulsores de la deforestación: la expansión de las carreteras; y el actual paquete de medidas de mitigación para el sector de Cambio de Uso del Suelo – sector que por cierto aporta en mayor medida a la meta del compromiso nacional[28] y que genera la mayor cantidad de emisiones actualmente, a causa de la deforestación[29] – surgió la necesidad de abordar este tema y con la finalidad de velar por el patrimonio forestal y de fauna silvestre, el SERFOR, se comprometió a desarrollar una nueva medida para luchar contra la deforestación asociada a la expansión de carreteras en la Amazonía, a través de la mejora en la gestión de las carreteras para mitigar sus impactos directos, indirectos, acumulativos y sinérgicos como driver de deforestación en la Amazonía.

Propuestas como la nueva medida del Serfor, deben llamar más la atención de los gobiernos amazónicos, ya que busca atacar las causas, más que las consecuencias del problema; si se incluyera como parte de la implementación del recientemente firmado Pacto de Leticia[30],esta medida aportaría a la implementación de varios de sus compromisos, en cuanto a la lucha contra la deforestación y degradación que afecta a la Amazonía, monitoreo de actividades ilegales y ayudaría al reconocimiento del papel fundamental de los pueblos indígenas y comunidades locales en la conservación de la Amazonía (quienes son los principales afectados de todo este problema).

Para que esta nueva medida liderada por el Serfor tenga éxito se requiere el respaldo y el involucramiento de todos aquellos sectores responsables de planificar, gestionar, fiscalizar las carreteras en el país; también deben sumarse aquellos responsables de su mantenimiento, mejora y regulación, tanto a nivel nacional como subnacional. Así como sectores con responsabilidades regulatorias y de promoción de actividades identificadas como drivers de deforestación.

Desde DAR estamos apoyando al ente rector, SERFOR, a desarrollar esta medida, que ya cuenta con una nota conceptual[31], donde se plantean los principales objetivos de la medida, que busca ser clave para alcanzar la meta trazada: la reducción de la deforestación y sus emisiones.

[Descargar la nota conceptual de la nueva medida aquí]

En concreto, dicha medida busca: a) Incluir en la planificación de carreteras criterios para mitigar los impactos de las carreteras en los bosques, en términos de deforestación y emisiones GEI, b) Incluir la participación del SERFOR en los análisis de viabilidad de los proyectos de infraestructura vial que afecten el patrimonio forestal, c) Incluir la participación del SERFOR en la definición de las opciones de menor impacto, d) Incorporar en los Estudios de Impacto Ambiental la cuantificación de los impactos directos, indirectos, acumulativos y sinérgicos de las carreteras en los bosques, en términos de deforestación y emisiones GEI. Analizando sus impactos más allá del derecho de vía, e) Diseñar, proponer e implementar acciones de mitigación de los impactos de las carreteras en los bosques, f) En las carreteras ya construidas, como requisito para el mejoramiento de las carreteras incluir programas de mitigación con un enfoque productivo manteniendo el bosque en pie.

No hay que olvidar que el Perú cuenta con una Ley Marco de Cambio Climático (LMCC), que fue promulgada por el Ejecutivo en el 2018 y cuya reglamentación está finalizando el proceso de Consulta Previa[32]. La Ley responsabiliza a gobiernos regionales y municipales como autoridades competentes en materia de cambio climático, otorgándoles un mayor protagonismo para operativizar nuestros compromisos climáticos en el territorio. Por lo que, luego de nombrar esa competencia, el reto será que la Autoridad Nacional (Ministerio del Ambiente) apoye a las autoridades a conseguir las capacidades técnicas y presupuestales para cumplir con las mencionadas responsabilidades y que los compromisos no queden solo en el enunciado.

En cuanto a la gestión de riesgos de desastres, a nivel Global se cuenta con el Marco de Sendai, acuerdo para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030), cuyo objetivo está enfocado no solo en reducir el riesgo existente sino también en no generar nuevos riesgos y fortalecer la resiliencia, acuerdo firmado por los países de la cuenca Amazónica. En relación a la gestión de riesgos de desastres, es importante mencionar su articulación con los compromisos climáticos (en las medidas de adaptación y mitigación), buscando una conexión clara que se pueda operativizar en terreno, objetivo que se debe reforzar en el próximo paquete de medidas de mitigación a actualizar.  Esto además, debe ser articulado para canalizar las oportunidades que brinda el Programa Presupuestal: PP 068 – Gestión de riesgos de desastres[33], que impulsa a los gobiernos regionales y locales a que incluyan la gestión de riesgos ante incendios forestales en sus PEI y POI, tal como lo indica Ley Nº 30779, Ley que dispone medidas para el Fortalecimiento del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres-SINAGERD.

Frente a todo esto, es importante reflexionar sobre los acuerdos firmados con las Naciones Unidas, respecto a temas como cambio climático, biodiversidad y gestión de riesgos de desastres, acuerdos que a la vista de esta catástrofe ambiental no se están cumpliendo, al no garantizar la protección efectiva de la Amazonia frente a los intereses de grupos económicos irresponsables. Es importante repensar en el carácter vinculante de estos acuerdos, para que no queden sólo en enunciado sino trasciendan a la acción.

Es importante recordar que, Brasil fue la sede de la Cumbre de la Tierra de Río en el 1992, en la que se aprobó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y donde también fueron ratificados la Declaración de Principios relativos a los Bosques y el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

Bajo el contexto que viven nuestros países vecinos de la cuenca amazónica, con características muy similares a las nuestras, estas consideraciones se tornan prioritarias para evitar ser protagonistas de la siguiente crónica de una devastación anunciada.


[1] http://awsassets.panda.org/downloads/amazon__spanish.pdf

[2] Paulo M. Brando,Lucas Paolucci, Caroline C. Ummenhofer, Elsa M. Ordway,Henrik Hartmann,Megan E. Cattau, Ludmila Rattis, Vincent Medjibe, Michael T. Coe, and Jennifer Balch. 2019. Droughts, Wildfires, and Forest Carbon Cycling: A Pantropical Synthesis Annual Review of Earth and Planetary Sciences. Vol. 47:555-581

[3] https://www.socioambiental.org/pt-br/noticias-socioambientais/isa-mostra-terras-indigenas-mais-afetadas-por-incendios-na-amazonia-brasileira

[4] https://www.socioambiental.org/pt-br/noticias-socioambientais/isa-mostra-terras-indigenas-mais-afetadas-por-incendios-na-amazonia-brasileira

[5] https://www.facebook.com/CoordinadoraOrganizacionesIndigenasCuencaAmazonica/photos/pcb.482797728940184/482797705606853/?type=3&theater

[6] Según la RAE, yesca es una materia muy seca y que arde con facilidad, ya sea natural o preparada.

[7] https://dar.org.pe/archivos/publicacion/OS%20Articulo%20Carreteras_20.02.pdf

[8] https://bankinformationcenter.cdn.prismic.io/bankinformationcenter%2F9ce19fe0-50ca-44e8-a70f-78334cf7f68f_peru-+estudio_bic-dar_limpio+rev_29.05.2018.pdf

[9] INPE: se ha perdido más de 300 000 Ha de bosque amazónico desde que Bolsonaro asumió el cargo en enero https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/la-destruccion-amazonica-se-acelera-durante-el-gobierno-de-bolsonaro-articulo-873782

[10] https://ipam.org.br/wp-content/uploads/2019/08/NT-Fogo-Amazo%CC%82nia-2019.pdf

[11] https://es.mongabay.com/2017/12/record-incendios-la-amazonia-deja-cientificos-anonadados/

[12]

https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/satelites-de-la-nasa-muestran-como-arde-la-amazonia-de-brasil-articulo-876950

[13] https://www.facebook.com/cnn/videos/659104204568726?s=1073238536&v=e&sfns=mo

[14] https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/satelites-de-la-nasa-muestran-como-arde-la-amazonia-de-brasil-articulo-876950

[15] https://dar.org.pe/archivos/docs/revista.pdf

[16] http://mapbiomas.org/map#transitions

[17] https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/satelites-de-la-nasa-muestran-como-arde-la-amazonia-de-brasil-articulo-876950

[18] https://www.ipcc.ch/report/srccl/

[19] https://www.nature.com/articles/s41467-017-02771-y.pdf

[20] https://d5i6is0eze552.cloudfront.net/documents/Publikasjoner/Andre-rapporter/RF_Point_of_no_return_1218_web.pdf?mtime=20181203131631

[21] https://dar.org.pe/archivos/publicacion/Infografias%20SEEG%20-%20castellano_2019_web.pdf

[22] http://sinpad.indeci.gob.pe/Sinpad/Estadistica/Frame_Esta_C7.asp

[23] https://www.servindi.org/actualidad-noticias/20/09/2016/loreto-declaran-en-emergencia-valle-de-shanusi-por-incendio-forestal

[24] https://larepublica.pe/archivo/298186-mas-de-veinte-mil-ashaninkas-atrapados-por-incendio-forestal/

[25] http://www.bosques.gob.pe/archivo/ff3f54_ESTRATEGIACAMBIOCLIMATICO2016_ok.pdf

[26] https://dar.org.pe/archivos/publicacion/Medida_de_Mitigacion_NDC.pdf

[27] http://www.minam.gob.pe/cambioclimatico/wp-content/uploads/sites/127/2019/01/190107_Informe-final-GTM-NDC_v17dic18.pdfPA%C3%91OL.pdf

[28] Siendo el sector USCUSS el principal protagonista de esta meta, representando el 70% del compromiso. Fuente: PCM – Secretaría técnica de la Comisión Multisectorial de las iNDC (2015).

[29] MINAM. 2016. INFOCARBONO – Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero de Perú, año base 2012. http://infocarbono.minam.gob.pe/

[30] https://www.gob.pe/institucion/rree/noticias/50579-pacto-de-leticia-por-la-amazonia

[31] https://dar.org.pe/archivos/publicacion/Medida_de_Mitigacion_NDC.pdf

[32] http://www.aidesep.org.pe/noticias/pueblos-indigenas-logran-la-incorporacion-de-propuestas-claves-para-la-accion-climatica

[33] https://www.mef.gob.pe/contenidos/presu_publ/ppr/prog_presupuestal/articulados/0068_atencion_emergencias_desastres.pdf